El camino misterioso va hacia el interior. Es en nosotros, y no en otra parte, donde se halla la eternidad de los mundos, el pasado y el futuro. - NOVALIS

Especie de diario poético del que vive dentro. -el autor

19.11.14

Sobre la felicidad, el misterio y la existencia II (Dios y el hombre, los símbolos y el misterio: un nudo gordiano)


... (la felicidad) ella se aleja de los que tratan de atrapar su significado,
porque su esencia es el misterio de las cosas pequeñas, no de las cosas claras y definidas
sino de las efímeras y confusas, como un silencio, como un horizonte.



¿Alguien me explica El Misterio? Pregunta para contestarse uno mismo.

Los signos queden para los buscadores de profecías, para los torcidos
que añaden significado al azar como si el atardecer necesitara más adorno,
que viven sus vidas plácidamente entre jerigonzas y ritos. No hablaré de ellos:
nada malo ocurrirá, nada bueno ocurrirá, todo es mera relación
de posibilidades infinitas, casualidad [causalidad] y tiempo.

El Misterio, respuesta en si misma misteriosa, es la noción simbólica
del hombre sobre si mismo, su proceder y su destino.
Cuando el hombre se enteró que estaba solo,
expulsado del Edén, con sed y frío, sin pan: mendigo;
uso buena parte de su tiempo en crear una explicación
a lo que habría de venir todos los días. No un camino más corto pero uno menos espinoso.
En apariencia, no se trata solo de echar agua al polvo,
sino de saber que hacer después con el barro. Así nacieron,
a la vez, Símbolos y Misterio: con todo lo que se gana y lo que se pierde;
el hombre, listo para dejarse embaucar y salvar por su propia creación.
Menos solo, eso si; menos desesperado.

Y Dios vio lo que había creado y se admiró de su grandeza.
Si puedo ir de mi hacia mi entonces si soy Dios,
si puedo crear creación que crea entonces si soy Dios,
si puede crear mi propio misterio entonces si soy Dios;
soy pues, verdaderamente, alpha y omega, principio y fin
pues todos los caminos salen de mi y regresan a mi…
y así sigue hasta hoy en su monólogo, alabándose a si mismo.

Lo que Dios no ve es a quien desde fuera,
desde donde sus ojos no alcanzan a ver, lo observa.

Dios inventó al hombre, el hombre inventó los símbolos,
los símbolos inventaron el misterio, el misterio invento a Dios.
¿Quién cortará este nudo gordiano?

Yo , desde luego, solo supongo toda la existencia como mejor me sale, en realidad a nosotros no nos afectan estas cuestiones; como a una gota de agua no le afecta ser parte de un aguacero, un mar o una nube: su esencia sigue siendo la misma aunque su forma cambie.


Hace tiempo que el desconcierto envenena la atmósfera. Cuanto intento imaginar algo me encuentro con las manos vacías y con una sensación de levedad...

8.11.14

Sobre la felicidad, el misterio y la existencia I (cosas no necesariamente relacionadas entre si)

... el hombre como animal es un animal como hombre,
que al ver manchas de sangre igual puede sentir excitación que asco,
tan capaz de la más grande nobleza como de la más baja perversión
y es en esta dicotomía que la belleza surge.



En la vida solo falta resolver el problema de la vida
y de su razón, de la remota esperanza de dar con ella por casualidad,
de dar con las circunstancias singulares que nos proporcionen armonía,
y entre la confusión: Felicidad.

La he visto, he pasado cerca, he dado vueltas a su alrededor, polilla de su luz,
pero nunca pude tomarla más allá de una caricia, de una quemadura.
El corazón se llena de amor y ella parece estar ahí, sonriendo,
hasta que te lo recuerdan: oye, solo es el corazón, un músculo.
Sin embargo, otro día te compartes con otros y allí está otra vez,
la ves sonriéndo tras rostros que son como una especie de máscara de ella,
a los que te entregas hasta que ves que ellos solo actúan lo mismo que tu.

¿Dónde te tengo?
Yo se que estás adentro de mi, en el mejor lugar para esconderte,
pero no encuentro razones que te hagan salir y quedarte de fuera.
¿Qué es esta felicidad; y qué si no tiene definición, forma ni color?
¿ Y qué si solo es un frágil cristal?
¿ Y qué si solo es un punto de vista?
¿ Y qué si es el poema que nunca se termina de escribir?
¿ Y qué si su verdad es también su mentira?
 Siempre me pasa lo mismo,tengo más preguntas que teorías
y las conclusiones generan nuevas dudas.
Tesis, antítesis, síntesis:
¡pero que buena cuestión filosófica!

La sala está vacía y yo quisiera ser testigo de un lleno completo,
si saben a lo que me refiero.
¿De que sirve estar sentado en primera fila si no hay función que ver?

Pero, ¿aspirar a la felicidad?, ¿realmente existe?
Encontrar el porque y el como,
la aceptación de haber sido creados con un propósito o sin uno,
pero la aceptación. La búsqueda constante de lo que no sabemos
si puede ser encontrado, ssi puede ser comprendido:
una especie de solidaridad con uno mismo. Poner toda voluntad y fe
en que el sentido oculto de la existencia es incompatible con la maldad,
sentirse cubiertos estando desnudos,
protegidos siendo atacados,
virtuosos siendo ignorantes.
Que difícil es precisar lo que es la felicidad y ser feliz.
Porque cuando por fin lo sientes, que fácil es dejar de sentirlo.
Quizás ella se aleja de los que tratan de atrapar su significado,
porque su esencia es el misterio de las cosas pequeñas, no de las cosas claras y definidas
sino de las efímeras y confusas, como un silencio, como un horizonte.
 

¿Alguien me explica El Misterio? Pregunta para contestartse uno mismo.
Los signos queden para los buscadores de profecías, para los torcidos...




 

12.10.14

Recuerdos no gratuitos III (brillos tenues de la noche, desencantados)


... el hombre como animal es un animal como hombre,
que al ver manchas de sangre igual puede sentir excitación que asco,
tan capaz de la más grande nobleza como de la más baja perversión
y es en esta dicotomía que la belleza surge.

Vamos navegando, velas henchidas
por el huracán del aliento aterrador de nuestra existencia,
a la deriva, con mapas y cartas de navegación sobre la mesa.
Para no sentirnos solos buscamos la luz de otras naves,
la vista puesta en la dirección del horizonte,
y aunque a lo sumo somos brillos tenues de la noche, a veces la desolación
se rompe cuando encontramos, de compañeros de perdición, a otros
seres que nos estremecen con su habilidad para arrojarnos al mundo,
convencernos de atracar y sentir la tierra palpitar bajo nuestros pies,
ver las ciudades entre la niebla y los puentes que se tienden
entre amor e intenciones puras.
Nos animamos a sentir y vivir con la gente,
como la gente que vive aferrada a lo que sueña,
que intenta reconciliarse con el monstruo que les habita.
No importa si al final no nos quedamos,
si el mar tira más y perdemos otra vez la noción de tierra.
Tenemos que volver a embarcar porque la calumnia y difamación
nos hacen perder la fe; pero siempre habrán puertos con gente
que vive como la gente, que quiere vernos regresar
a reconciliarnos con el desencanto de nuestros sueños.

No soy un hombre que desea vivir en el heroísmo, ni se lo exijo a nadie,
solo quiero sobrevivir a la farsa intelectual
de la desesperación y vergüenza que a veces me supone estar vivo.

En este mundo la razón importa poco,
parece que importa más el chantaje emocional,
nuestra maestría para provocar, a la vez, lástima y ternura.
Esto puede parecer cínico pero no importa,
lo terrible es si lo hacemos con malicia de lo contrario solo es necesidad de no estar solo.
Esta capacidad, casi artística, del Ser Humano está por sobre la vergüenza,
de estar cara a cara con la necesidad y reconocerla,
de sentirnos necesitados, sin humillarnos ni humillar, eso es ser Humano:
una magnífica y rebosante fuente de comprensión y solidaridad
para con la fealdad, oscuridad y miedo,
que vemos reflejadas en los rostros que nos inundan,
en las caras que son espejo de la nuestra.
Somos ciegos a los que no les asusta la oscuridad sino el frío.

La vida es un poema que no se termina con la muerte, inacabado.
Solo es un cambio de capítulo. Estoy vivo y amanece.
La muerte es una voz que se aleja, la voz de alguien que dice: «no te vayas».

En la vida solo falta resolver el problema de la vida y de su razón, 
la remota esperanza de dar por casualidad con las circunstancias singulares
que nos proporcionen armonía entre la confusión: La Felicidad.


28.9.14

Recuerdos no gratuitos II (lo que es vivir, hasta llegar al límite)


... ¿A dónde se va, donde se esconde, esa alegría, que perdemos
cuando aprendemos a decir adiós y a comprender
que las despedida pueden ser definitivas?

Cuando yo desaparezca, este mundo también lo hará.
Se producirá un estallido que quebrará el espejo de la realidad.
Aunque usted siga hablando, sépalo desde ya, que cuando yo me vaya
usted se irá conmigo. Pero que esto no le preocupe tanto.
Usted seguirá hablando, comprando en almacenes, fumando,
firmando cheques, buscando en la basura, tomando helados,
viendo televisión,  manejando maquinaria,  escuchando música,
enfermándose, arrastrando el mundo, rezando,
preocupándose por el cambio climático, bebiendo, comiéndose las uñas,
curándose las heridas, esperando en los semáforos, rascándose las rodillas,
esquivando leyes, visitando las playas, guiñando,
siguiendo el fútbol, justificando, quejándose de los precios,
revisando su email, regalando rosas, divinizando,
contando el tiempo, contenido en el tiempo,
 recibiendo la hostia, derramando bilis,
consintiendo hijos, tolerando suegras, follando,
tomando aspirinas, contaminando, evacuando,
volviéndose caníbal, manifestando, siendo libre;
todo lo primordial, lo que es vivir, hasta llegar al límite de su resistencia.

Cuando yo desaparezca, este mundo también lo hará,
no en su forma ni en su fondo sino en mi concepción de él,
y nunca más volverá a ser visto
con mis ojos… nunca más terminará.

La condición del Ser Humano de ser humano
está salpicada de terribles desencantos y bellas excepciones.
Con todo ese ruido de las obsesiones y de mirar con deseo,
el hombre como animal es un animal como hombre,
que al ver manchas de sangre igual puede sentir excitación que asco,
tan capaz de la más grande nobleza como de la más baja perversión
y es en esta dicotomía que la belleza surge.

Vamos navegando,velas henchidas 
por el huracán del aliento aterrador de nuestra existencia...


21.9.14

Recuerdos no gratuitos I (a veces son necesarias las mentiras)


... La carne no se puede resistir, nacemos plenamente necesitados de su abrigo;
no tenemos elección, nos guste o no el modelo.

Ahora me doy cuenta que ser inocente es no darse cuenta cuando pierdes la inocencia;
no saberte sentado a la mesa de la última cena,
ni que el vino que bebes es sangre, ni que el pan que comes es carne.
Ser caníbales.

Uno por uno, los tesoros los fui perdiendo.
Los recuerdos dejaron de ser gratuitos y comenzaron a tener peso y valor.

Te comienza a doler el cuello al mirar hacia atrás.
Uno se comienza a ocuparse con miedo de cosas que aun no pasan
y en tu canción de mañana entran notas discordantes.
La niñez pasa como un trueno que deja temblor y un relámpago que parte el cielo.
Temes pedir y perder.
Te quedas inmóvil, por primera vez sorprendido de mala manera.
Quieres volver a la fuente de gracia en la cual calmabas tu sed,
pero ya no recuerdas el camino.

Comienzas a ver a la gente, realmente, su perfil oscuro y su coraza,
su silencio y sus dientes apretados, su contradicción, su tener dos manos y pies izquierdos.
Entonces, te contemplas en el espejo esperando no encontrar en tu cara esa maldita cosa
que viste en tu padre una noche que lo encontraste, desnudo,
sentado en la oscuridad de la sala, la colilla de un cigarro consumido entre los dedos,
con la cabeza hacia un lado y la mirada perdida quien sabe en que pregunta:
-en mi opinión, lo vi mientras trataba de engañarse a si mismo-.
La vida se sostiene así, ahora lo se. A veces son necesarias las mentiras.

¿A dónde se va, donde se esconde, esa alegría, que perdemos
cuando aprendemos a decir adiós y a comprender
que las despedida pueden ser definitivas?

Cuando yo desaparezca, este mundo también lo hará.
Se producirá un estallido que quebrará el espejo de la realidad...

13.9.14

Sueños lúcidos III (ver, con ojos surrealistas, el mundo)


... se los aseguro: yo no seré la última persona, ni soy la primera,
que ya se quiere ir: por eso les dedico estas palabras, a ustedes,
hermanos de momento, que apenas despiertan y ya quiere volver al abrigo del sueño.

La carne no se puede resistir, nacemos plenamente necesitados de su abrigo;
no tenemos elección, nos guste o no el modelo.
Pero, ser un hombre o una mujer
es ser algo que puede retorcerse de éxtasis y jactarse de experimentar la vida
a su largo y ancho, por dentro y por fuera,
sin ser requisito el poseer un buen o mal corazón,
uno blando, duro, auténtico, punzante, vil, débil o ilimitado;
solo poseer uno, y esto, entre todo, es reconfortante.

Me da placer ver la gente en la calle y pensar en la maravilla
de mundos creándose y destruyéndose,
observarlos caminar y ejercer su oficio de existir,
algunos de ellos sinceramente distraídos e ignorantes
de su acostumbrada rebelión; ciegos y valientes.
¡Ay!, mi corazón, y tu ya estás cavando una tumba, gimiendo,
¿no sería más agradable estar ardiendo de pasión?,
volver a sentir como en esos primeros latidos,
volver a la virtud de la inocencia, de no saber
o no creer que sabes; a cantar, no a gemir.

Si pudiera volver a encontrar mi niñez, le diría que tenía razón:
siempre fue muy tarde, siempre había que apurarse; que me perdone.
Que ese breve devenir de sus mañanas y tardes fue una pieza de música resplandeciente.
Le diría que no traigo noticias del futuro,
que preguntarse lo que pasará es una pérdida de tiempo,
que mejor contemple este pedazo maravilloso de existencia que pasa sobre su cabeza,
porque demasiado pronto vendrán nubes de tormenta a cubrir su luz,
que vendrá todo eso que hiere a poner delante de nuestros ojos un fin aparente.

No hay remedio, te contagias de demencia. Mírame, míranos.
Ya habrá tiempo luego para llevar la cuenta de los días:
tu, esparce tu alegría, llénate las uñas de tierra y los bolsillos de piedras,
maravíllate de la luna y la lluvia, habita el paraíso,
cánsate de ver, con ojos surrealistas, el mundo que nadie entiende, solo tu.
Si alguna vez lo entendemos todo es cuando no sabemos nada, cuando somos niños.

Si pudiera verme en mi niñez, cuando era muy pequeño y no conocía de ansiedad;
encontrarme, sentarme a mi lado, tomarme de la mano y consolarme
por la hábil venganza que el futuro prepara.
Y ella, el yo-niño, ¿que diría?
ante esa visión de futuro que le estrecha entre los brazos y le asfixia:
diría: «Déjame ir a jugar».

Ahora me doy cuenta que ser inocente es no darse cuenta cuando pierdes la inocencia,
no saberte sentado a la mesa de la última cena...

1.9.14

Sueños lúcidos II (entre demonios e idiotas errantes, monomaniacos de la nada)

... se presenta ante nosotros como el último soldado en pie,
aniquilando para no ser aniquilado;
sabe que él mismo es la causa y el efecto de todo conflicto
y, ojalá, de toda conciliación: sueños lúcidos.

Aquí estoy, sigo aquí, me gustaría estar aquí,
he estado aquí, palpito aquí y no lo puedo remediar.

Dios mío, si estás ahí, me he empequeñecido por completo,
me busco por todas partes y no me encuentro:
si, dale, muérete de la risa,
¿por qué no me cuentas el chiste? para que riamos juntos.
Siento tu mirada persistente sobre mi, voyeur,
si tienes alguna objeción habla, di,
pero, por lo que más quieras, no te quedes callado.
Yo soy tu duda, si.
Me tienes, aquí, deambulando, con los brazos cargados de confusión,
con la movilidad de un títere, buscando no se que cosa,
monomaniaco de nada: es para volverse loco.

¿Dónde estás, quién eres, te gusta bailar? dime algo, cualquier cosa, pero dí.

El sol se pone y vuelve a salir y reanudo el paso, la búsqueda.
Paso tanto tiempo pensando en ti, pendiente. ¿A dónde me conduces?
entre demonios e idiotas errantes, como yo,
las suelas desgastadas, la mirada indiferente.
Bien, no digas nada, no cierres el trato.
Todos los hombres fluimos hacia ti de todas formas,
¿estás listo para semejante inundación?
espero que hayas aprendido a nadar. Ya voy.

Yo no nací, ya existía; no moriré, me transformaré: como Dios. Simple lógica.
Para ser hombre, especie humana, no se necesita buena voluntad,
se los aseguro: yo no seré la última persona, ni soy la primera,
que ya se quiere ir: por eso les dedico estas palabras, a ustedes,
hermanos de momento, que apenas despiertan y ya quiere volver al abrigo del sueño.

La carne no se puede resistir, nacemos plenamente necesitados de su abrigo,
no tenemos elección, nos guste o no...


5.8.14

Sueños lúcidos I (las batallas perdidas)


No es un suicidio, ni siquiera un asesinato.
Pero lo es, es ambos.
Hay una enorme desilusión, una pérdida de serenidad,
un sentimiento de pesada levedad.

Pero no, el poeta no se muere ni se mata.
El poeta escribe y la gente común ve una distancia que separa,
un ser que se va volando. Pero no se va.
Escribir, es ser un pájaro atrapado que choca contra el cristal.
Entender que la vida es una batalla perdida,
que la belleza es una batalla perdida,
que el ánimo es una batalla perdida.
En la intimidad, comprendes que desde que naces estás preparándote para irte,
que no importa cuanto te arrimes a la felicidad esta nunca durará,
que da igual como vivas, si como un salvaje o como un iluminado:
el tiempo repele la vida.

Ese poeta llena hoja tras hoja, escribe con el corazón en la mano
-lo cual parece más sencillo de lo que en realidad es:
una alegría por aquí y una congoja por allá-
hasta que llega el momento en que se le acalambra la inspiración
dentro de la garganta. Se levanta, camina para ir hacia donde
sus palabras se hacen acción y se encuentra con no puede salir
porque acumuló basura que bloquea la puerta y grita.
Su grito se une a los otros gritos que vuelan.
Se pregunta la pregunta de los hombres y se derrumba
hacia los recuerdos, los que vivió y lo que inventó.
Él sabe, aunque en estos momentos no tenga amor por ustedes ni por mi,
-su pecho es una jaula vacía-, que ese tiempo existió y que no es este.
Ese tiempo en el que todo era más claro y sencillo.
Pero que este no es ese tiempo, este es un tiempo de guerra
y se presenta ante nosotros como el último soldado en pie,
aniquilando para no ser aniquilado;
sabe que él mismo es la causa y el efecto de todo conflicto
y, ojalá, de toda conciliación: sueños lúcidos.

Aquí estoy, sigo aquí, me gustaría estar aquí, 
he estado aquí, palpito aquí y no lo puedo remediar ...

29.7.14

Preludio III (náufragos de un mar eterno)


... tuvieron la razón completa
(se las concedimos, magnánimos derrotados)
cuando ya no les importó tenerla.

Llegó el fin: la apatía, la frialdad.

Los corazones rotos se acumularon en montañas,
después de habernos acostado todos con todos.
Un día, después del desayuno, se terminó de escribir el último poema,
¿acaso este?;
para la hora del almuerzo nuestra sangre corría lentamente y murió
lo vibrante, cálido y excitante de la carne;
a la hora de la siesta se comenzó a callar y todo
tomo una extraña semejanza a naturaleza muerta;
con el atardecer se escucho la última canción;
la hora de la cena marcó la fuga, trágica y ridícula, del amor
que, como es costumbre, escapó al último.
Sucedió sin aviso.
Pasamos de grandes intérpretes a sordos, ciegos y mudos;
de andar las calles a quemar los mapas;
de sonido de armas a sentarnos en una esquina a invocar al vacío;
de sexo a aborto.
En el horizonte, asomó una aurora, la primera del fin,
como una joya falsificada,
agotamos toda maravilla de nuestros ojos.
Luego de miles y miles años el mundo comenzó a podrirse, la evolución cesó.
Ahora flotamos sobre la superficie del tiempo
como náufragos de un mar eterno de aburrimiento
que se extiende hasta donde los ojos ya no logran ver.

Solo describo un cuadro general de sucesos escabrosos,
desde luego, este drama del despilfarro duró mucho más y fue más violento:
lo he simplificado todo para lograr abarcarlo con palabras.

¿A quién culpar? porque hay que culpar a alguien.
Por mi parte, de entre toda la gente, el criminal original, lo culpo a él;
culpo a ese que me mira cuando miro dentro del espejo, que se parece a mi,
camina como yo, tiene mis ojos y en ellos flota mi culpa.
Lo culpo de este fin. Yo soy mi abismo, yo soy mi fin.
¿Quién dice que el fin del mundo no está en el interior,
de quien lo inventa, lo concibe y lo vive?
El fin que se esconde detrás de nuestros asombrados ojos,
esperando su oportunidad; el final que se mueve a hurtadillas
entre la nada, los vestidos, la costumbre y el aburrimiento.

Para que el mundo acabe no se necesitan sucesos apocalípticos ni absurdas profecías,
no son precisas guerras nucleares, ni extinciones masivas, ni eventos celestes,
es más fácil. El fin es el desencanto, pie tras de pie, clausurando la maravilla,
confundiendo lo que en verdad importa con lo prescindible,
repitiendo al oído que no hay jornada de la vida que tenga sentido,
que esto es, después de todo, solo azar y la realidad un escenario artificial y un engaño.
Se apagan las risas. Uno descubre que lo único que brilla con intensidad es la duda,
que nada es ciencia cierta. Si se es justo, uno comprende
que no hay ideología, idolatría ni idilio que expliquen a cabalidad la vida.
Si se es justo, uno comprende que el fin, con todo el drama que le precede,
también es parte de la charada del ser, su consumación.

23.7.14

Preludio II (el sabroso bocado que indigesta)


... Quien quisiera ser un ignorante también podía serlo,
solo había que abandonarse; el vacío también es una pasión.

Las caras se mostraban abiertas y delirantes
como trozos de carne con alas, cordiales ángeles,
ansiosas aves de presa, ardientes fénix renaciendo;
esas expresiones se encontraban en todo lugar, multiplicadas,
omnipresencia de miradas ansiosas, de risas satisfechas;
al salir del metro ojos, en el parque bocas, el cine lleno de orejas,
apasionadas y airadas expresiones del deseo:
encantadora la batalla de los rostros contra el tiempo,
disimulando la derrota con tratamientos y operaciones,
escondiendo la duda tras gafas oscuras de última moda.

Respirábamos un aire que se calentaba, muy juntos,
veíamos témpanos derretirse y esperábamos el milagro
de un cambio de era hacia una conciencia trascendental,
(o al contrario) un  cambio de conciencia que construyera la nueva era,
hacia el tiempo que ya no pudiera herir al mañana:
en resumen, íbamos caminando confiados hacia cielos de color extraño.
Pero nunca nos conformamos, siempre estuvimos ansiosos de más,
siempre queríamos más de lo equivocado,
no de lo que satisface sino de lo que indigesta.
Necesitábamos más, siempre más, hasta conseguir probar
el sabroso bocado de la conquista pero nunca sintiéndonos saciados;
y a los que decían que errábamos el camino,
 a esas voces que advertían desastre, a esos profetas
les llamábamos exagerados, neuróticos, fanáticos,
con mil nombres tras los cuales escudábamos nuestro ceguera,
extravagantes charlatanes: algo sucederá, decían, y no será bueno;
será tarde cuando ya no hayan más sábanas limpias
para cubrir los cadáveres.
El loco con el letrero que dice "el fin está cerca" tenía razón.
Si acaso les dimos el beneficio de la duda, un pedazo de nuestra duda:
en cambio tuvieron la razón completa
(se las concedimos, magnánimos derrotados)
cuando ya no les importó tenerla.

No se de donde llegó el fin pero llegó, la apatía y frialdad,
los corazones rotos ... 

17.7.14

Preludio I (un extraño sentido general de satisfacción)


... Solo quedan respuestas innecesarias y el cielo,
solo queda silencio y un mal pronóstico meteorológico.

No siempre fuimos así.
No siempre nuestras mentes estuvieron cansadas,
maniatadas por los acertijos. Hubo un día
en que la conversación llenaba las calles, los recintos, el transporte público,
los espacios que podían ser llenados con su ruido.
Los colores eran más bellos, encantadores de veras,
sobre todo cuando bajo las luces de la tarde caminábamos,
en ejércitos alegres, de vuelta del trabajo a nuestras casas,
como hormigas satisfechas. En esos días,
los pecados eran absueltos a poco precio.
Ni la guerra desentonaba y, a pesar de todo, la risa parecía ganarle terreno al dolor.
Les digo, aquello era cosa de locos,
nadie tenía tanto miedo como para perder la esperanza;
la fragilidad era bien vista, la sensación de asfixia
se limitaba a unos cuantos momentos aislados, eran fantasmas apenas.
Si yo fuera un exagerado diría que la gente bailaba por las calles,
pero no lo soy, así que diré más bien que lo que había era un extraño
sentido general de satisfacción
que hacía transcurrir la existencia por una época dorada
de ciencia y consciencia.

La humanidad florecía con la vida como telón de fondo y viceversa,
que baile de máscaras,
que enorme fiesta era aquello en todo lugar y a todo momento,
verse empujado por multitud de ansias y deseos incendiando las noches.
Se respiraba el arte, la imaginación, la inspiración, la aspiración;
la magia de la mente exhibida sin inhibiciones por las salas y calles.
Los truhanes, hacíamos el cielo en la tierra y éramos tomados por magos.
Multitud de ángeles guardianes pululaban alrededor del alumbrado público,
el alma tenía futuro, estaba de moda la fe en imágenes, estampas y edificios.
La mente era un templo, a puertas abiertas o cerradas,
el conocimiento sin importar su inutilidad se encontraba en todas partes;
quien quisiera ser sabio podía serlo,
siempre había información que ofrecer y que necesitar.
La belleza estaba en todas partes,
la veía quien supiera verla,
en los árboles, en las máquinas, en los periódicos, en la lluvia,
en el vino, en las mujeres, en los arroyos,
en las sabandijas que ofrecían placeres diversos.
Quien quisiera ser un ignorante también podía serlo,
solo había que abandonarse; el vacío también es una pasión.

Las caras se mostraban abiertas y delirantes como trozos de carne con alas ...

12.7.14

Pronóstico meteorológico III (basura bloqueando la puerta)


... y ante ninguna pregunta, ellas, las respuestas, son tan innecesarias
como el miedo.

Todos somos un aborto de millones de vidas.
Nadie muere de deseo,
cada quien con su tragedia particular,
a nadie le interesa lo que esconde su piel y la desnudez.
Las fieras y las víctimas se pasean juntas e indiferentes.
Perdimos la lengua y el hambre,
el andar cauteloso de la selva y el gesto conmovido de la presa.

Uno tropieza, sin inmutarse, en las estrechas calles, con cadáveres
que ven los amaneceres y atardeceres desde sus puestos preferentes,
sus ojos velados por el fracaso rotundo de la vida.
Ni tan siquiera la muerte intimida.
En cualquier esquina se desploman los cuerpos de desánimo y fracaso, de futilidad;
sucumben como bajo el peso de un aplastante cansancio.
La atmósfera esta saturada de nombres olvidados,
de esperanzas que ya no esperan,
de fe que ya no cree ni en si misma,
de pozos de basura de más de dos mil años de acumularse:
un día abrí la puerta y me encontré con que ya no podía salir
y me invadió el alivio de ya no tener que hacerlo.

Si yo pudiera olvidar este futuro sentenciado que llena los ojos de sucia bruma,
si el tan temido fin del mundo no se hubiera presentado como esta orgía
de gente sola a la que no le queda más memoria que la de una dispersión,
de un sincronizado suicidio por drogadicción, embriaguez,
asfixia y supresión, por neurosis y disfrute del sufrimiento.
Si yo pudiera olvidar este ridículo futuro sentenciado que se cierne
sobre tiempo, espacio y realidad como circular repetición amenazante:
¿trataría de escapar a la caída o daría un paso hacia el vacío?

Solo quedan respuestas innecesarias y el cielo,
solo queda silencio y un mal pronóstico meteorológico.

8.7.14

Pronóstico meteorológico II (huesos en anarquía inanimada)


... Es esta la hora de los curiosos, su hipotética hora perfecta.

En esta obra, este teatro que llamamos existencia,
los espectadores ya no aplauden,
ya no disfrutan del drama ni la comedia;
los actores ya no actúan y no son de si mismos ni de nadie,
su performance es la inmovilidad.
Ya no hay elogios, ni crítica, ni bis.
La adicción a lo común concebida sobre el escenario
como un ballet de figuras paralizadas.
Los diálogos de lo cotidiano son discursos de silencio.
La vanguardia es lo viejo.
Dirección, actuación, superstición: todo;
el oficio de la gente vencida.

Con ellos, con esa gente, esas células cancerosas
que enferman al mundo con su libre albedrío de espanto,
también se encuentran maltrechos los países,
con todo su acero y sus huesos en anarquía inanimada,
esperando por los cinco minutos finales, la cuenta regresiva.

¿Hay algo más perfecto que la indiferencia,
algo más sabio, bueno y virtuoso?
es el triunfo de la civilización,
el placer de la voluntad liberada de las cadenas del deseo,
la moral que escapa a lo bueno y a lo malo;
es el arte que supera todo libre albedrío,
toda satisfacción y toda violencia.
Es la moral de dios.

¿Quién sabe del daño vital que nos causa la desolación?
Cuál vida. cuál daño.
que yo sepa no quedan científicos, filósofos ni asesinos
a los que no les haya ganado la grotesca apatía,
no quedan sabios a los que interesen las preguntas.

Solo quedan respuestas, por siempre, infinitas;
y ante ninguna pregunta, ellas, las respuestas, son tan innecesarias
como el miedo.

Todos somos un aborto de millones de vidas.
Ya nadie se muere de deseo, ...

3.7.14

Pronóstico meteorológico I (la hora de los curiosos vencidos)


Curiosa la forma de las nubes, oscuras gesticulaciones,
trabajo dramático del agua leve sobre el fondo ceniza del ocaso;
su movimiento, su curiosa traslación de planetas gaseosos,
en circulación atmosférica guiada por la ley gravitatoria del viento,
en ráfaga de alfileres clava los cuerpos curiosos que son multitudes
de pequeños muñecos en una especie de brujería cósmica;
curiosa luminosidad, también, con la que se apaga el día
en todos los tonos grises del arcoiris; y curiosidad, que es máxima, en su conjunto,
alzar la mirada hacia la esfera, sobre la cabeza, y que la primera previsión sea
levantar los hombros y entregarse en cuerpo y alma a la representación
cierta, dramática, de presentir un mal pronóstico meteorológico.
Es esta la hora de los curiosos, de los curiosos vencidos,
la hora de la última belleza del mundo, del fin del mundo (otra vez),
la realidad última de los observadores que sienten, alucinan
que el olor de final es el de flores marchitas sobre una tumba recién olvidada.

En fachadas proyectando sobre el asfalto sombras de estilo fallido,
por toda la tierra, las puertas que ya se olvidan del íntimo sonido de pasos
tienen los postigos cerrados.
Toda vida conmovida reflejando su miedo hacia adentro,
cada célula penetrada, recorriendo las venas como escalofrío,
tan silencio sepulcral que corta el aliento; inundando,
como rojas hormigas que entran por los poros y grietas de cuerpos y edificios
que perdieron su hermetismo, su dura armadura de valor y cemento.
Rebalsa por la boca, la cuestión fundamental del miedo,
en la forma de un rezo en grito indiferente, como silencio inquisitivo.
Araña las paredes cuando trepa, choca contra el cristal de las ventanas
como insecto, escapa por las chimeneas como humo, por las cañerías
con los desechos de la vida, por los siglos de los siglos como el tiempo;
asciende, todo sobrecogimiento, en distintas lenguas, acentos y mutismo
hasta resonar como un susurro general de alas en desbandada
tras el susto de la estampida del disparo y la muerte.
Es esta la hora de los curiosos, su hipotética hora perfecta.

En esta obra, este teatro que llamamos existencia,
los espectadores...