El camino misterioso va hacia el interior. Es en nosotros, y no en otra parte, donde se halla la eternidad de los mundos, el pasado y el futuro. - NOVALIS

Especie de diario poético del que vive dentro. -el autor

17.7.14

Preludio I (un extraño sentido general de satisfacción)


... Solo quedan respuestas innecesarias y el cielo,
solo queda silencio y un mal pronóstico meteorológico.

No siempre fuimos así.
No siempre nuestras mentes estuvieron cansadas,
maniatadas por los acertijos. Hubo un día
en que la conversación llenaba las calles, los recintos, el transporte público,
los espacios que podían ser llenados con su ruido.
Los colores eran más bellos, encantadores de veras,
sobre todo cuando bajo las luces de la tarde caminábamos,
en ejércitos alegres, de vuelta del trabajo a nuestras casas,
como hormigas satisfechas. En esos días,
los pecados eran absueltos a poco precio.
Ni la guerra desentonaba y, a pesar de todo, la risa parecía ganarle terreno al dolor.
Les digo, aquello era cosa de locos,
nadie tenía tanto miedo como para perder la esperanza;
la fragilidad era bien vista, la sensación de asfixia
se limitaba a unos cuantos momentos aislados, eran fantasmas apenas.
Si yo fuera un exagerado diría que la gente bailaba por las calles,
pero no lo soy, así que diré más bien que lo que había era un extraño
sentido general de satisfacción
que hacía transcurrir la existencia por una época dorada
de ciencia y consciencia.

La humanidad florecía con la vida como telón de fondo y viceversa,
que baile de máscaras,
que enorme fiesta era aquello en todo lugar y a todo momento,
verse empujado por multitud de ansias y deseos incendiando las noches.
Se respiraba el arte, la imaginación, la inspiración, la aspiración;
la magia de la mente exhibida sin inhibiciones por las salas y calles.
Los truhanes, hacíamos el cielo en la tierra y éramos tomados por magos.
Multitud de ángeles guardianes pululaban alrededor del alumbrado público,
el alma tenía futuro, estaba de moda la fe en imágenes, estampas y edificios.
La mente era un templo, a puertas abiertas o cerradas,
el conocimiento sin importar su inutilidad se encontraba en todas partes;
quien quisiera ser sabio podía serlo,
siempre había información que ofrecer y que necesitar.
La belleza estaba en todas partes,
la veía quien supiera verla,
en los árboles, en las máquinas, en los periódicos, en la lluvia,
en el vino, en las mujeres, en los arroyos,
en las sabandijas que ofrecían placeres diversos.
Quien quisiera ser un ignorante también podía serlo,
solo había que abandonarse; el vacío también es una pasión.

Las caras se mostraban abiertas y delirantes como trozos de carne con alas ...

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